El cibernauta que borró su rastro digital
Había una vez un hombre común, orgulloso de su vida, sabía desenvolverse ante las personas y la tecnología digital.
Era un empleado de tecnología de la información en una gran empresa, era experto en su campo y pasaba la mayor parte de su tiempo en línea, trabajando en su computadora, comunicándose con sus compañeros de trabajo y navegando por la web. En su opinión era un cibernauta experto.
Un día, decidió que estaba cansado de la vida en la ciudad y quería vivir en el campo para vivir una vida más tranquila y sencilla. Pero antes de partir hacia las montañas, se dio cuenta de que había dejado una gran cantidad de información personal en línea, desde sus perfiles de redes sociales, información de su trabajo hasta sus cuentas bancarias y de correo electrónico.
Decidido a borrar cualquier huella digital que hubiera dejado en su vida, comenzó a trabajar diligentemente para eliminar toda su información personal de la web. Pasó días navegando por la red, eliminando sus cuentas y perfiles de todas sus redes sociales, y borrando cualquier rastro de su existencia en internet.
Finalmente, después de semanas de trabajo, logró eliminar cualquier rastro digital que hubiera generado en años de uso de internet. Se sintió libre y ligero, como si hubiera dejado atrás una gran carga, dejó de sentirse observado en todo momento. Con una sonrisa en su rostro, empacó y se dirigió al campo para comenzar su nueva vida.
Allí, en medio de la naturaleza, encontró la serenidad que había estado buscando hace tiempo. Acompañado de su esposa e hijos, en las tardes de lluvia sentados en el porche de su nueva casa tomaban café, chocolate caliente y pan dulce. Disfrutaban ver las puestas de sol y las tardes de lluvia, escuchaban el canto de los pájaros y los colibríes los sorprendían alimentándose en su jardín de flores.
Se dedicó a sembrar hortalizas y nogales, criar gallinas, patos, conejos y cabras. Con el paso de los días comían huevos de sus gallinas y elaboraban quesos de leche de cabra. Sus días transcurrían tal como los habían planeado.
Sin embargo, pronto se dio cuenta de que no podían escapar completamente de la ciudad y de la tecnología. A medida que trabajaba en su jardín y cuidaba de sus animales, se dio cuenta de que necesitaba una conexión a Internet para realizar algunas compras, revisar sus estados de cuenta, pagar sus impuestos, mantenerse en contacto con sus amigos y familiares.
A regañadientes, se conectó nuevamente a la web y comenzó a buscar una solución. Pero esta ocasión, en lugar de sumergirse en la tecnología como quien se interna en un rio claro, se aseguró de proteger su privacidad y seguridad en línea. Aprendió a navegar de manera segura y responsable, y nunca volvió a dejar una huella digital tan grande como la que había dejado antes descuidadamente.
Aprendió a usar una VPN y cuentas de correo electrónico temporales, evitó dar sus datos personales en giveaways, utilizó una computadora con antimalware actualizado, eliminó de su teléfono las aplicaciones innecesarias y tomó el control sobre lo que publica en redes sociales.
Y así, vivieron felices y en paz en el campo, disfrutando de la naturaleza y de la tecnología de manera equilibrada y responsable.
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